jueves, 3 de octubre de 2024

El llamado

Aparicio Erasmo de Aguilera

 

–No me digas que Pedro también…

–Ayer a la tarde. No se la esperaba nadie. Viste que Pedro no tenía problemas.

–Es cierto. Pero dicen que le llega a todos: ricos, pobres, tristes, felices.

–Haberlo sabido cuando se fue tu mamá. ¿No?

–¡Claro! ¡No nos hubiéramos hecho tanto drama! ¿Cómo es que dicen? Mal de muchos…

–¿Y tu empleo, bien?

–Se fue el jefe. Ayer a la mañana, dicen que le vino el llamado. Saludó a todos y se fue. Le pidió a Sosa que lo acompañe. Fueron hasta la Costanera Norte y Sosa se volvió en el mismo taxi. Dicen que estaba muy tranquilo. Un angelito.

–Todos igual. Parece que ya son millones en todo el mundo.

–Un científico suizo dice que es un gen para evitar la superpoblación.

–Suena lógico.

–¿Si te viene el llamado tú qué haces?

–¡Qué se yo! Creo que le aviso a mi familia, a los amigos. ¿Y tú?

–Lo mismo. ¿Viste ese pájaro? Tenía la cabeza roja.

–¿Qué te pasa, viejo? ¿Desde cuándo te fijas en algo que no sea el dinero? ¿No te estará pasando algo raro, no?

–No hagas bromas. ¿Quieres? Me llamó la atención el pajarito, y nada más. ¡Mira si voy a ser uno de los elegidos!

–A cualquiera le puede tocar. ¿Está linda la ciudad, no? La gente parece más tranquila.

–¿Que la gente qué? ¡Si están todos locos! ¡Me parece que a ti sí te está pasando algo!

–¿Sentiste la ola?

–¿Qué ola?

–La de recién. Cuando miraste para allá, me levantó del piso.

–¡Déjate de bromas, que estoy bastante paranoico!

–¿Bromas? ¿Y el aroma? ¡Dime si es broma!

–Tienes razón. ¡Qué perfume! Esto es hermoso. ¡Nunca me sentí así en mi vida!

–Oye, es el llamado. Mándale un saludo a mis conocidos.

–Espera, que yo también lo tengo. El autobús cuarenta y cinco nos deja bien.

–Si. Allí viene. Lástima que no tengo una mochila como la tuya, para ponerle piedras.

–Pero te puedes llenar los bolsillos del sobretodo. Y con esas botas, te vas derecho al fondo.

–Oye, qué lindo se ve todo. ¡Qué paz!

–Estamos llegando. Mira, está lleno de gente.

–Están despidiendo a los que se van. ¡Qué hermoso está el río!

–¿Nos tiramos juntos, no?

–¡Como no, compañero!

 

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