lunes, 21 de octubre de 2024

Escritores

Carlos de Bella

 

–Abuelo, ¿dónde van los escritores cuando mueren?

–Humm, déjame pensar. Cuando muere un escritor su alma, o lo que queda de ella, va a las puertas del Olimpo de los escritores, allí un grupo de colegas muertos hace tiempo analiza lo producido por sus escritos y luego decide. Los que han hecho llorar, ellos irán a la orilla del río de las lágrimas; los que han hecho reír, ellos irán a la cueva de las carcajadas; los que han emocionado, ellos irán al monte de los corazones agradecidos. Todos serán felices. Los que han descrito acciones puras y lugares bellos serán ubicados mirando eternos atardeceres; aquellos otros que se regodearon en los defectos de todo tipo así como en las situaciones más abyectas, obtendrán un mirador exclusivo sobre el último círculo del infierno, no pudiendo apartar la vista de allí. Ambos serán felices.

–¡Oh! ¿Y qué más?

–Le será impedida la entrada a todo aquel que no haya producido en sus lectores ni lágrimas, ni risas y menos aun emociones; aquel que no haya sido honrado con sus ideas, con sus ideologías, con sus convicciones, vendiéndose por una edición o menos; además no sólo no entrarán sino que se les quitara el título de escritor, a aquellos que hayan escrito sin ocuparse de la gramática, la ortografía, la sintaxis, el estilo y todas otras herramientas que hacen más agradable el leer.

–¿Y a estos cómo les llamarán?

–Ese es otro cuento, ahora duerme.

 

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