Voltaire
Un misionero que
viajaba por la India encontró a un faquir cargado de cadenas, desnudo como un
mono, acostado boca abajo y haciéndose azotar por los pecados de sus
compatriotas, que le daban algunas monedas.
–¡Qué
renuncia de sí mismo! –decía uno de los espectadores.
–¿Renuncia
de mí mismo? –replicó el faquir–. Hago que me azoten en este mundo para
devolvértelo en el otro, cuando seas caballo y yo jinete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario