Humberto Mata
Cierta
vez –de eso hace ahora mucho tiempo– fuimos visitados por gruesos hombres que
desembarcaron en viejísimos barcos. Para aquella ocasión todo el pueblo se
congregó en las inmediaciones de la playa. Los grandes hombres traían abrigos y
uno de ellos, el más grande de todos, comía y bebía mientras los demás dirigían
las pequeñas embarcaciones que los traerían a la playa. Una vez en tierra –ya
todo el pueblo había llegado–, los grandes hombres quedaron perplejos y no
supieron qué hacer durante varios minutos. Luego, cuando el que comía finalizó
la presa, un hombre flaco, con grandes cachos en la cabeza, habló de esta
manera a sus compañeros: Volvamos. Acto seguido todos los hombres subieron a
sus embarcaciones y desaparecieron para siempre.
Desde entonces se celebra en nuestro pueblo –todos
los años en una fecha determinada– el desembarco de los grandes hombres. Estas
celebraciones tienen como objeto dar reconocimiento a los descubridores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario