viernes, 26 de enero de 2024

El fantasma

Queta Navagómez

 

Venía todas las noches a las once. Entraba fatigado y transparente seguido de gemidos y cadenas, para colocarse en una esquina de mi cuarto mientras miraba fijo hacia mi cama.

Su insistencia me conmovió. Venciendo mi temor me acerqué, lo tomé del brazo y con gesto diligente lo acosté en mi cama, cobijándolo.

Durante el mes que durmió a sus anchas mejoró muchísimo, mientras yo, resignada, pasaba fríos en el sofá.

Desde que le hablé del pago compartido en la renta del departamento, no lo he vuelto a ver.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario