Queta Navagómez
El
cucú de mi reloj de pared está harto de que yo lo explote. Reclama que desde
hace más de 10 años, hora tras hora, sin importar si hace calor o frío, si es
de día o es de noche, se asoma a marcar el tiempo con su mejor trino. Y por su
extenuante trabajo no ha recibido reconocimiento ni remuneración alguna; menos
vacaciones, servicios médicos o días económicos. De esto me entero al leer las
pancartas con que se ha rodeado. Me angustio, miro su enojo y no sé cómo
afrontar su huelga de picos caídos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario