Queta Navagómez
Envejecido
ya, el conde Drácula se ha vuelto tan cauto, que tarda horas eligiendo a sus
víctimas. En nocturno acecho las ve llegar y sopesa posibilidades. Evita a la
gente obesa, sospechosa en primera instancia.
Al dar la dentellada en el cuello elegido,
cierra los ojos mientras desea con toda el alma que la persona no sea
diabética. La sangre azucarada provoca dolores agudísimos a sus sensibles y
cariados colmillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario