Queta Navagómez
Niña,
premiaré la bondad de tus palabras y acciones. Desde este momento, cada que
abras la boca para decir algo, saldrán de ella perlas y piedras preciosas, dijo
aquella hada que solía disfrazarse de limosnera para premiar a las jovencitas
compasivas o castigar a las de duro corazón.
Esta misma hada buscaba afanosamente a la
hoy millonaria adolescente, participante asidua en concursos de oratoria, para
venderle las convocatorias de los certámenes.
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