Costas Axelos
Una vez un mandarín chino propuso esta medida
al gobernador de una provincia, quien no tardó en adoptarla. En el momento en
que la víctima debía posar la cabeza sobre el taco para que el verdugo se la
pudiese cortar, un caballero engalanado llegaba al galope y exclamaba:
¡Deténganse! ¡El Sire ha concedido su gracia al condenado a muerte! En ese
instante de euforia suprema, el verdugo cortaba la cabeza del feliz mortal.
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