Queta Navagómez
Las
niñas te contemplan, te observan sin pestañear, te recorren sin preámbulos;
expresan que te desean, se deleitan con tu apostura, se maravillan con tu
vitalidad.
Incontrolables ya, las niñas se vuelven
lascivas, impúdicas, procaces, voluptuosas. Tú, desconcertado, te sonrojas y
escondes la mirada. Estoy al descubierto… ¡Qué vergüenza! Tanto callar que me
gustabas, para que ahora griten los deseos las destrampadas niñas de mis ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario