Ana María Shua
De vez en cuando, casi involuntariamente, el bebé muerde el pezón.
Después sigue mamando. La madre lanza un breve grito pero inmediatamente
recupera su placidez. Aunque progresivamente pálida, debilitada, mamá extraña
durante el día a ese bebé gordo y rosado que sólo llega de noche, que se va
gateando por el jardín poco antes del amanecer.
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