Max Aub
Hace diez años que soy maestro de la Escuela
Primaria de Tenacingo, Zac. Han pasado muchos niños por los pupitres de mi
escuela. Creo que soy un buen maestro. Lo creía hasta que salió aquel Panchito
Contreras. No me hacía ningún caso, ni aprendía absolutamente nada: porque no
quería. Ninguno de los castigos surtía efecto. Ni los morales, ni los
corporales. Me miraba, insolente. Le rogué, le pegué. No hubo modo. Los demás
niños empezaron a burlarse de mí. Perdí toda autoridad, el sueño, el apetito,
hasta que un día ya no lo pude aguantar, y para que sirviera de precedente, lo
colgué del árbol del patio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario