martes, 30 de enero de 2024

Solaz

Queta Navagómez

 

Hacía calor y de pronto empezó a llover. El tintineo de las gotas de lluvia en la ventana invitaba a Iván a dejar la aburrida tarea y salir a mojarse. Miró a Saíd, su hermano gemelo, y le descubrió las mismas ganas. ¡Vamos, Saíd!, gritó. Entre risas y carcajadas ambos se desprendieron de la ropa y, descalzos, sólo con trusa y camiseta, corrieron al patio.

¡Qué tarde más hermosa! ¡Qué alegría corretear a Saíd por todo el patio, lanzándole agua a jicarazos y luego huir, perseguido por él! ¡Cuánta diversión puede causar la lluvia!

Cuánto dolor sentía la madre de Iván, al verlo solo, entre carcajadas, jugando con nadie, porque el hermanito había muerto meses atrás.

 

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