Max Aub
–Un poquito más.
No
podía decir que no. Y no puedo sufrir el arroz.
–Si
no repite otra vez, creeré que no le gusta.
Yo
no tenía ninguna confianza en aquella casa. Y quería conseguir un favor. Ya
casi lo tenía en la mano. Pero aquel arroz…
–Un
poco más.
–Un
poquitín más.
Estaba
empachado. Sentí que iba a vomitar. Entonces no tuve más remedio que hacerlo.
La pobre señora se quedó con los ojos abiertos, para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario