Ángel Olgoso
Levantó una casa y a ese hecho lo llamó hogar. Se
rodeó de prójimos y lo llamó familia. Tejió su tiempo con ausencias y lo llamó
trabajo. Llenó su cabeza de proyectos incumplidos y lo llamó costumbre. Bebió
el jugo negro de la envidia y lo llamó injusticia. Se sacudió sin miramientos a
sus compañeros y lo llamó oportunidad. Mantuvo en suspenso sus afectos y lo
llamó dedicación profesional. Se encastilló en los celos y lo llamó amor
devoto. Sucumbió a las embestidas del resentimiento y lo llamó escrúpulos. Erigió
murallas ante sus hijos y lo llamó defensa propia. Emborronó de vejaciones a su
mujer y lo llamó desagravio. Consumió su vida como se calcina un monte y lo
llamó dispendio. Se vistió con las galas de la locura y lo llamó soltar
amarras. Descargó todos los cartuchos sobre los suyos y lo llamó la mejor de
las salidas. Mojó sus dedos en aquella sangre y lo llamó condecoración.
Precintó herméticamente el garaje y lo llamó penitencia. Se encerró en el coche
encendido y lo llamó ataúd.
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