jueves, 9 de noviembre de 2023

A enredar los cuentos

Gianni Rodari

 

–Érase una vez una niña que se llamaba Caperucita Amarilla.

–¡No, Roja!

–¡Ah!, sí, Caperucita Roja. Su mamá la llamó y le dijo: “Escucha, Caperucita Verde…”

–¡Que no, Roja!

–¡Ah!, sí, Roja. “Ve a casa de tía Diomira a llevarle esta piel de papa”.

–No: “Ve a casa de la abuelita a llevarle este pastel”.

–Bien. La niña se fue al bosque y se encontró una jirafa.

–¡Qué lío! Se encontró al lobo, no una jirafa.

–Y el lobo le preguntó: “¿Cuánto es seis por ocho?”

–¡Qué va! El lobo le preguntó: “¿A dónde vas?”

–Tienes razón. Y Caperucita Negra respondió…

–¡Era Caperucita Roja, Roja, Roja!

–Sí. Y respondió: “Voy al mercado a comprar salsa de tomate”.

–¡Qué va!: “Voy a casa de la abuelita, que está enferma, pero no recuerdo el camino”.

–Exacto. Y el caballo dijo…

–¿Qué caballo? Era un lobo.

–Seguro. Y dijo: “Toma el tranvía número setenta y cinco, baja en la plaza de la Catedral, tuerce a la derecha, y encontrarás tres peldaños y una moneda en el suelo; deja los tres peldaños, recoge la moneda y cómprate un chicle”.

–Tú no sabes contar cuentos en absoluto, abuelo. Los enredas todos. Pero no importa, ¿me compras un chicle?

–Bueno, toma la moneda.

Y el abuelo siguió leyendo el periódico.

 

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