viernes, 9 de agosto de 2024

Almuerzos

Julio Cortázar

 

En el restaurante de los cronopios pasan estas cosas, a saber, que un fama pide con gran concentración un bife con papas fritas, y se queda de una pieza cuando el cronopio camarero le pregunta cuántas papas fritas quiere.

–¿Cómo cuántas? –vocifera el fama–. ¡Usted me trae papas fritas y se acabó, qué joder!

–Es que aquí las servimos de a siete, treinta y dos, o noventa y ocho –explica el cronopio.

El fama medita un momento, y el resultado de su meditación consiste en decirle al cronopio:

–Vea, mi amigo, váyase al carajo.

Para inmensa sorpresa del fama, el cronopio obedece instantáneamente, es decir que desaparece como si se lo hubiera bebido el viento. Por supuesto el fama no llegará a saber jamás dónde queda el tal carajo, y el cronopio probablemente tampoco, pero en todo caso el almuerzo dista de ser un éxito.

 

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