Gerardo Cornejo Murrieta
¡¿Culpable?!…
pues… sí, verá:
Su pelo era negro y muy largo, por eso digo que era
como la noche; sus ojos muy grandes y oscuros, por eso digo que eran como
estanques interiores; su mirada imantaba la de los hombres, por eso digo que
era como culebra hipnótica, como frío vaho que me atrajo al abismo…
Su… su voz era como vidriosa, por eso digo que se
quebró entre mis manos; su vida como un veneno azogado, por eso digo, Señor de
Ley, que se me chorreó entre los dedos cuando la estrangulé junto al río.
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