Woody Allen
El
16 de mayo de 1882 el señor J. C. Dubbs despertó en mitad de la noche y vio a
su hermano Amos, que llevaba muerto catorce años, sentado a los pies de su cama
y desplumando gallinas. Dubbs le preguntó a su hermano qué estaba haciendo
allí, y éste le respondió que no se preocupara, que seguía muerto y que había
venido a la ciudad únicamente el fin de semana. Dubbs le preguntó a su hermano cómo
era “el otro mundo” y éste le respondió que no muy distinto de Cleveland.
Añadió que había vuelto para comunicarle a Dubbs un mensaje, que llevar un
traje azul oscuro con calcetines rosa pálido es un gran disparate.
En ese momento entró la joven sirvienta de
Dubbs y vio a Dubbs hablando con una “niebla informe y blanquecina”, la cual,
dijo luego, le recordó a Amos Dubbs, pero su aspecto era un poco más agradable.
Finalmente, el fantasma le pidió a Dubbs que lo acompañara en un aria de Fausto,
que ambos entonaron con gran fervor. Al despuntar el día, el fantasma atravesó
la pared, y Dubbs, que pretendía seguirlo, se fracturó la nariz.
Éste se presenta como un ejemplo clásico
del fenómeno de aparición y, si hemos de creer a Dubbs, el fantasma reapareció,
hecho que hizo que la señora Dubbs saltara de su silla y revoloteara durante
veinte minutos sobre la mesa donde estaba puesta la cena, hasta que se estrelló
en la salsa. Es interesante observar que los espíritus tienen tendencia a
mostrarse traviesos, lo cual A. F. Childe, el místico inglés, atribuye al
marcado complejo de inferioridad que les produce estar muertos. Las “apariciones”
guardan frecuente relación con individuos que han tenido un fallecimiento
insólito. Amos Dubbs, por ejemplo, murió en circunstancias misteriosas cuando
un granjero lo sembró accidentalmente junto con unos nabos.
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