Enrique Anderson Imbert
Caminando
de noche por un callejón solitario sufrió un ataque al corazón. Ya se caía
cuando de la sombra salió alguien que lo sostuvo. Fue a decir «gracias» pero al
apoyarse y palpar puros huesos comprendió que no estaban socorriéndolo sino
llevándoselo.
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