Manuel Moya Escolar
El hombre que cada noche duerme en el portal, hoy
lo he sabido, no es más que un contratado del ayuntamiento. Blindado por una
coraza de cartones, y escoltado en sus correrías por un escobón con el que,
supongo, se quita las legañas, y por un carrito construido con alambres y
despojos, resulta que este tipo no es más que un maldito contratado por los
oscuros funcionarios municipales. ¿Merecemos los honrados ciudadanos algo así?
¿Por qué nos trata como a imbéciles el ayuntamiento? ¿Creían que aquí nos chupábamos
el dedo? Me ha costado, pero ahora, todo encaja. Puedo parecer estúpido, pero a
mí no me la dan. El ayuntamiento contrata a estos tipos para que sepamos qué es
lo que nos ocurriría de no levantarnos cuando es todavía de noche, de no coger
el metro cada mañana y aguantar durante ocho horas las trágalas del jefe de
taller, de no volver ya oscurecido al lugar donde nos está esperando el hombre
que se blinda con cartones y apesta como una bodega, fiel esbirro, ya digo, del
ayuntamiento. Entonces, sorteamos como podemos al tipejo, esperamos el
ascensor, llegamos derrumbados a casa, besamos a la niña que está haciendo los
deberes en el cuarto, ponemos el despertador a las seis y media y comenzamos a
soñar en el adosado ese de la zona residencial, con vallas electrificadas y
todo, para que no se cuelen los malditos esbirros del ayuntamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario