Rafael Chaparro Madiedo
Definitivamente
sin Mick Jagger el mundo no sería lo mismo. Gracias Mick por esa canción llamada
I can’t get no satisfaction. Gracias Mick por la forma como dices don’t
play with me because you play with fire mientras uno se toma una cerveza en
el fondo de un bar junto al humo desolado
de un cigarrillo azul en una noche de jueves mientras llueve, mientras hace frío,
mientras pasan los buses atestados de cabecitas inciertas que salen del trabajo,
mientras el bar se llena de soledades oscuras que vienen a meterse unos vodkas entre
su piel, entre sus ojos, mientras afuera es de noche y adentro sigue usted señor
Mick Jagger vomitando esas palabras de sus labios gruesos y groseros, esas palabras
duras y secas, esas palabras llenas de whisky, besos y dólares. Gracias señor Mick
Jagger por haber botado a la física mierda sus estudios de economía de la London
School of Economics. Gracias por haber conocido a Keith Richards. Gracias por sentir
ese mismo sentimiento que a veces se siente cuando todo llega y todo se va, ese
sentimiento de vacío ante la estupidez del mundo, de las palomas y de las nubes,
ese sentimiento parecido a las luces que no permite obtener satisfacción.
John Lennon tuvo que decir que era más popular
que Jesucristo para ganar más popularidad. Usted señor Mick Jagger no tuvo necesidad
de hacer eso. Usted llegó en helicóptero hasta donde el obispo de la Iglesia anglicana hablaba de la juventud,
usted le dijo al obispo que un cacho de marihuana servía para ampliar un poco más
las funciones cerebrales, usted señor Mick Jagger almorzó con el obispo anglicano
y de nuevo se montó a su helicóptero, se fue para las nubes y siguió diciendo out
of my cloud, fuera de mi nube, vete para la mierda, vete para la mierda la hipocresía,
vete para la mierda las corbatas, vete para la mierda el pelo corto, vete para la
mierda la guerra, vete para la mierda la reina y el rey y el príncipe, vete para
la mierda las canciones dulzarronas de Lennon o McCartney, vete para la mierda el
arroz chino, Biafra, Vietnam, Nixon, el frío de Londres, los turistas, los productores,
las giras, los hoteles, los periodistas, las lechugas, la crema dental, las naranjas,
los estilógrafos, la bolsa de Nueva York, la de Tokio, la de Berlín.
Señor Mick Jagger: usted tiene casi cincuenta
años y se le notan. Usted ha vivido como por veinte. Usted siempre fue un niño.
A usted señor Mick Jagger siempre le gustaron las mujeres frágiles. Bueno en realidad
le han gustado siempre de todos los gustos.
Cuando empezaron, cuando apenas eran unos cagones
que tenían que pagarle a la gente para que fueran a sus conciertos, tenían que encerrarlos
como cerdos en un apartamento para que se pusieran de verdad a componer canciones.
Señor Mick Jagger: siga siendo niño, siga siendo
así, siga mamándole gallo a la muerte en cada canción, en cada concierto, en cada
estudio de grabación. Señor Jagger, gracias a usted repetí cuarto de bachillerato,
gracias a usted supe que la vida a veces sabe a cero en matemáticas, gracias a usted
supe que había otras cosas más allá de Bogotá, Colombia, Suramérica, gracias a usted
supe que estábamos de algún modo en la misma nube de opio.
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