Miguel Ángel Arcas
Una
mujer camina por una carretera. Camina y no sabe cuál es su destino. Mira hacia
atrás. Su pelo suelto es una liebre que huye. Va descalza, aunque eso no impide
su paso. A pesar del viento sigue mirando hacia el lugar de donde viene. La
carretera parece interminable. A su alrededor hay pájaros que hablan unos con
otros, y uno de ellos se posa en el hombro y bebe el agua de sus ojos.
Amo a esa mujer. Pero ella no me ve, no se
ve, no tiene mis ojos, su miedo no es mi miedo, y yo no camino por esa
carretera, yo no sueño el mundo como ella, no despierto como ella.
Donde yo vivo no hay pájaros.
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