Fernando Iwasaki
Cuando
les conté que había visto a una señora vestida de blanco vagando entre las
lápidas, un helado silencio de almas en pena nos sobrecogió. ¿Por qué seguían
volviendo después de tantas bendiciones, conjuros y exorcismos?
Después de todo la mujer de blanco era una
aparición amable, siempre con un ramo en los brazos y como flotando a través de
la niebla, pero igual nos abalanzamos sobre ella en cuanto pasó delante de la
cripta.
Nunca más regresó a dejar flores en el viejo
cementerio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario