Fernando Iwasaki
“Carlitos
está aquí”, dijo la médium con su voz de Drácula, y de pronto se transformó y
puso cara de buena. Entonces mamá le hizo muchas preguntas y el espíritu
respondía a través de la señora. Seguro que era Carlitos porque sabía dónde
estaba el robot y cuántas monedas había en su alcancía, dijo cuál era su postre
favorito y también los nombres de sus amigos.
Cuando la médium nos miró haciendo las muecas de
Carlitos papá empezó a llorar y mamá le pidió por favor, por favor que no se
fuera. Las luces se apagaban y encendían, los cuadros se caían de las paredes y
los vasos temblaban sobre la mesa. Me acuerdo que la señora se desmayó y que
una luz atravesó a mamá como en las películas. “Carlitos está aquí”, dijo con
cara de felicidad.
Desde entonces hemos vuelto a compartir el cuarto y
los juguetes, el ordenador y la Play-Station, pero la bicicleta no. Mamá quiere
que sea bueno con Carlitos aunque me dé miedo. No me gusta su voz de Drácula. Y
además huele a vieja.
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