Francesc Barberá
Después
de veinte años, mi padre se presentó en casa como si nada. Estaba exactamente
igual que el día que desapareció. Llevaba la misma gabardina y una bolsa de
plástico con tres paquetes de Ducados. Tras abrazarlo, le preguntamos dónde
había estado todo este tiempo. Nos dijo que se acababa de ir a por tabaco y que
había vuelto enseguida. Que no entendía cómo habíamos envejecido tanto en sólo
diez minutos.
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