lunes, 3 de junio de 2024

Aub

Adriana Azucena Rodríguez

 

Le eché el camión encima porque no pude soportarlo. Día tras día, ese horrible vecino de al lado escuchaba música a todo volumen. No me dejaba leer, pensar, descansar. Él estaba seguro –y me lo hizo saber cuando le rogué que bajara el volumen– de que mi vida era tan triste que me alegraría escuchar su música guapachosa. Por fin, compré una casa. Me aseguré de que no hubiera vecinos ruidosos, que las paredes no dejaran pasar sonido alguno. Sobra decir que gasté cuanto tenía, que trabajé jornadas dobles, que me privé de todo.

No podía negarme el gusto de tocar a su puerta y despedirme. Abrió, después de que toqué durante diez minutos. Traía puestos unos audífonos. Me mostró el ipod que se acababa de comprar. Fue entonces cuando le dije que tenía algo para él en la mudanza, que si me acompañaba al estacionamiento.

 

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